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sábado, 21 de julio de 2012

Prologo del Tratado de Demología Daemoniacum


PRÓLOGO DEL TRATADO DE DEMONOLOGÍA DAEMONIACUM
P. José Antonio Fortea

Para esto se manifestó el hijo de Dios:para deshacer las obras del Diablo.
1 Jn. 3, 8

A Él todo el honor y la gloria.
Por los siglos de los siglos.
Amén.

Es una característica de las mentalidades precientíficas el achacar a fuerzas mágicas los hechos que se derivan de causas naturales. Digo que es una característica, y quizá debería decir que es el rasgo que la distingue. Es la peculiaridad por antonomasia que define ese tipo de mentalidad. De todas maneras, tan ilógico es que el necio se aferre a sus esquemas mágicos, como que el hombre de ciencia se encasille a un esquema materialista para explicar fenómenos que son evidentemente de una naturaleza que va más allá de las causas materiales.
Si el espíritu existe, es invisible. La afirmación tan manida de que yo no he visto nunca el espíritu, luego no existe, es una afirmación autocontradictoria. Si algunas personas creemos en la existencia de eso que ya los griegos denominaron pneuma y los latinos spiritus, es porque afirmamos que la existencia de esa res spiritualis explicaría mejor algunos fenómenos que observamos en nuestro mundo sensible. En algunos casos esos fenómenos se explicarían mejor, y en otros es que no hay otra posibilidad racional para comprender esos fenómenos que la aceptación de la existencia de entes inmateriales. Es evidente que hay fenómenos milagrosos, paranormales, preternaturales y demoníacos en nuestro cosmos material. El que afirma tajantemente que ese tipo de hechos no se da nunca es que todavía no ha salido de la habitación cerrada de sus esquemas mentales. Ante ese tipo de personas, sólo cabe decirles que los esquemas absolutos y cerradamente materialistas tuvieron su máxima aceptación entre la comunidad científica desde el siglo XIX hasta la caída de los esquemas marxistas en los años setenta del siglo XX. Desde aquel cenit del materialismo, la comunidad científica ha ido abriéndose más y más a la posibilidad de que nuestro mundo albergue más cosas que aquellas que nuestros cinco sentidos codifican y envían al cerebro a través de los nervios.
Respecto de mí, diré que la sugestión destruye la fiabilidad de un testimonio, así que me creo en el deber de decir algunas palabras de presentación. Como sacerdote me ha tocado escuchar numerosas historias sobre la intervención extraordinaria del Demonio en las vidas de muchas personas. Sin embargo, debo señalar que hasta el día de hoy, en que escribo estas líneas, no he tenido -Dios gracias- ninguna experiencia extraordinaria en mi vida normal, salvo lo que contaré que he visto en los exorcismos. Mi vida es muy común, y nunca he observado en ella ninguna manifestación del Demonio fuera de la tentación invisible que no se distingue de los propios pensamientos. Digo esto para que quien lea este trabajo no piense que su autor es un personaje sugestionado, que cree ver todo tipo de fenómenos extraños por todas partes. A pesar de que he pasado semanas enteras en las que de la mañana a la noche no he hecho más que leer testimonios y libros sobre esta cuestión, nunca he tenido ni una sola pesadilla relativa a ella. Vivo solo y muy a menudo he tenido que trabajar hasta bien entrada la noche y hasta ahora nunca la imaginación me ha jugado una mala pasada.
Si yo hubiera sido un materialista que hubiera inicado esta investigación, llegaría a la conclusión de la existencia en el mundo de algo más que la materia. Cuando uno se encuentra con tantas manifestaciones preternaturales en la vida de personas cuerdas, de alto nivel cultural y de gran estabilidad psicológica, y a eso añadimos casos corroborados por varios testigos; cuando los fenómenos y pautas se repiten en todos los lugares de la Tierra, sin que los protagonistas tuvieran conocimiento de otros casos; entonces, todo conduce al escéptico a sospechar que en este universo puede haber algo más que materia. Por último, pienso que la visión de un exorcismo es la guinda final que llevaría a muchos a considerar seriamente si la fe católica no es más que otra concepción del mundo.
Al decir que no he sido testigo en mi vida de una intervención extraordinaria del Demonio, excluyo las veces en que he presenciado exorcismos. Frente a los escépcticos de la existencia del espíritu que lean esta obra quisiera responder que mi interés al escribirla no ha sido otro que la búsqueda de la verdad, y no el defender ningún postulado preconcebido. La verdad, sea cual sea, nos lleve a donde nos lleve. No soy crédulo, al hacer este trabajo he tratado de tener una mentalidad científica. Es decir, he tratado de analizar todas las posibilidades, de desconfiar ante todo de mis propios prejuicios. Desear creer algo nos induce a creerlo. Es una invitación a aceptar, invitación resistible, poro invitación al fin. Desde luego, esa tentación no existió en mí. Yo no deseé creer en la existencia de los demonios y las posesiones. Un mundo en el que toda la fenomenología que voy a describir en estas páginas se pudiera explicar por patologías psicológicas o por energías desconocidas de la mente sería preferible a un mundo en que el que el mal es algo más que un concepto abstracto o el mero resultado de la actividad libre de los hombres.
Mientras no estudié teología, el Demonio me sonaba a algo así como a un cuento de hadas. Algunos les parece que al estudiar estos temas el materialista ateo es más científico que el creyente, pero yo no soy culpable de la verdad. Quizás el mayor obstáculo con que los teólogos se encuentran a la hora de opinar acerca de la existencia de los seres demoníacos es la iconografía popular acerca de estos entes. La memoria subconsciente cargada de imágenes nos juega malas pasadas. No hay obstáculo en el Dios invisible de Abraham, Isaac y Jacob. Pero ¿quién va a creer en un geniecillo rojo, con cuernos, rabo, tridente, y quién sabe si con perilla?
Podría haber tratado de buscar la verdad acerca de esta materia sondeando la historia, explorando los textos que nos hablan sobre el tema. Pero llegué a la conclusión de que no era conveniente hacerlo a través de un estudio histórico, pues ciertamente la imaginación y la credulidad de muchas personas en épocas pasadas no se puede comparar con la objetividad científica de nuestros días. El exorcismo es algo de por sí escurridizo, porque cuando se realiza:
- se efectúa en secreto,
- ante un grupo de testigos reducidísimo (unas seis u ocho personas), y
- es muy inusual.
El escéptico parece tener todas las cartas en la mano para negar la existencia de tales hechos porque podía argumentar: se me pide que crea en algo que no voy a poder ver porque es secreto; algo de lo que muy pocos van a ser testigos; y que, además, ocurre rarísima vez. Ante estas objeciones, se me ocurrió que el mejor modo de exponer esta materia tan escurridiza era asistir a exorcismos y hablar con exorcistas. Sería mi experiencia la que podría aportar algo de luz. La experiencia de lo que los ingleses llaman un outsider y, por lo tanto, una experiencia no manipulada y ajena a ese mundo exorcístico. Debían ser los datos recogidos en mi devenir (en primer lugar) y los recogidos en las manifestaciones directas de los exorcistas (en segundo lugar) las que debían llevarme a conclusiones. Y este debía ser el criterio que juzgase los relatos que nos han llegado a través de la historia. Sólo la experiencia actual y corroborada debe juzgar las historias de exorcismos y posesiones que conocemos. Tratar de lograr la verdad en estas materia sólo mediante el estudio de sus manifestaciones en la historia no hubiera aportado conclusiones científicamente fiables.
Quiero acabar este apartado acerca de la metodología citando unas palabras del cardenal Raitzinger en el prefacio de un libro sobre la posesión y el exorcismo:
¿Cuál es la relación entre la experiencia personal y la fe común de la Iglesia? Los dos factores son importantes: una fe dogmática sin experiencia personal queda vacía, una simple experiencia sin lazos con la fe de la Iglesia queda ciega. El aislamiento de la experiencia constituye una grave amenaza para el verdadero cristianismo.*
Al sacerdote que lea este  libro, le diría que para el desempeño de su misión son necesarios unos cuantos conocimientos sobre el tema. Sin embargo, la curiosidad de leer libros sobre esta materia es malsana. No conviene centrarse en el mal, sino en Dios. Es más, todo el mundo se queja de que debería haber muchos más sacerdotes conocedores de este tema, yo francamente disiento. En demonología basta con que haya unos pocos sacerdotes especializados, no debemos conceder al Demonio más importancia de la que tiene.
Al lector que compró este libro por mera curiosidad, le diría también que piense que el odio contra la Iglesia que va a encontrar en boca de los satanistas es tan sobrehumano que lleva a cualquiera a preguntarse qué es la Iglesia para ser tan odiada por los servidores del Diablo.
Al ateo este libro le servirá para conocer con fiabilidad qué piensa la Iglesia acerca del tema. Porque, hasta para atacar a la Iglesia, conviene saber con detalle qué es lo que piensa la Iglesia. Al ateo le deseo que esta lectura le sugiera varios interrogantes. Ya que cuando al hombre moderno le hablan de posesiones demoníacas en la Edad Media una sonrisa compasiva aparece en su faz y piensa: pobre mentalidad precientífica, gente que confundió la epilepsia con la posesión por espíritus malignos. Confío en que este libro le planteará la duda sobre si existe Dios y la otra vida, porque lo que se relata aquí no son experiencias medievales, sino casos vividos por contemporáneos, casos narrados por sacerdotes cuerdos y sensatos que cuando entraron en el seminario nunca pensaron que estarían entre los pocos que tomarían contacto con un mundo oculto y sorprendente.


El Apocalipsis



EL APOCALIPSIS
Antonio Galera Gracia
Este artículo es un fragmento sacado del libro escrito por este autor, y que en breve será publicado, cuyo título es: «Los soldados del Cordero». Una obra que se atreve a desvelarnos, contado de una forma sencilla y amena, el génesis de la Orden de los Caballeros Templarios.
 Este fragmento que en primicia adelantamos del nuevo libro de Antonio Galera nos desvela las claves teológicas del evangelio que, a decir de los exorcistas, más teme y detesta el Diablo: El Apocalipsis de San Juan.
Se dice que los espíritus del mal conocen e interpretan con mucha facilidad, e incluso sin haberlos leído, los textos bíblicos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Pero hay uno en concreto, sin embargo, que les causa tanto pánico como la visión de un crucifijo o como el agua bendita. Este texto es el que conocemos como “El Apocalipsis”, escrito por San Juan, el evangelista, el amado del Señor...
El Apocalipsis es, sin duda, el libro de más difícil interpretación de la Biblia. Su lectura despierta en nosotros muchas interrogantes que no acertamos a descifrar. Para mejor interpretarlo, trataremos de definir la situación en que fue escrito.
La resurrección de Cristo era su triunfo y el de su Iglesia, que encontró su complemento en la efusión del Espíritu Santo. Los discípulos creyeron que desde entonces podrían vivir tranquilos y sin persecuciones, pero la realidad, sin embargo, les presentó una situación diversa: no siempre eran bien recibidos, ni respetada su fe; cuando el Imperio Romano comienza sus persecuciones violentas contra la Iglesia, la débil fe de los cristianos se tambalea...
Bajo estas circunstancias escribe San Juan su Apocalipsis, para responder a esta crisis de fe de los cristianos.
Dos son los elementos principales de esta respuesta: confianza en medio de las persecuciones, que son transitorias, y esperanza en Cristo, que vendrá a restablecer definitivamente su Reino.
LAS LLAVES DEL LIBRO
Para penetrar en este libro son necesarias numerosas llaves que hay que tener en la mano antes de intentar entrar a él.
Las cifras.- En el Apocalipsis hay muchas cifras que tienen un sentido simbólico y hay que conocer este sentido. Es el siguiente:
         7 es el número perfecto.
         8 (7+1) es la superabundancia de la perfección.
         6 (7-1) es la deficiencia, el mal. La bestia que simboliza el mal por excelencia está expresado por el número 666.
         3,5 (mitad de 7) tres años y medio, o 42 meses, o 1260 días. Significa periodo corto, una cosa que durará.
         1000 es el número inmenso, indefinido.
         12 es la cifra santa, que indica plenitud.
 Los colores.
Blanco: victoria o pureza.
Rojo: sangre, crueldad, guerra.
Púrpura: poder imperial.
Negro: miseria.
Verde: peste
Arco Iris: presencia divina.
Algunas expresiones.
         Las trompetas: Dios habla.
         Que está lleno de ojos: que todo lo ve.
         Que tiene alas: la fuerza de elevarse al nivel de Dios.
Algunos procedimientos.
Hay cuadros que se superponen unos a otros: a la vez nos encontramos en el cielo y en la tierra... Nos aturdimos... Se grita “por favor”... Poco importa. Todo pervive.
Las mismas realidades pasan bajo diversas imágenes, con una rapidez desconcertante:
         Jesús: un cordero, un caballo blanco, un Hijo del hombre.
         La Iglesia: un templo, la esposa del cordero, una doncella resplandeciente y, en fin, una ciudad deslumbrante.
         Babilonia: representa Roma, después una mujer, después una ciudad.
         SATÁN: es, alternativamente, dragón, bestia, estrella caída y, por último, caballería abigarrada.
Un ejemplo.-  «Vi como un hijo de hombre, vestido de un manto talar ceñido a la cintura por un ceñidor de oro: su cabeza y sus cabellos, blancos como la lana blanca, como la nieve, y sus ojos como llama de fuego, y sus pies semejantes al bronce purificado en el crisol, y su voz como el ruido de aguas caudalosas, y tenía en su mano derecha siete estrellas, y de su boca salía una espada tajante de dos filos, y su mirada era como el sol que resplandece en su poderío (Apoc. 1, 13-16).
         Hijo de hombre: carácter mesiánico (Dan. 7,13; Mt. 26- 64)
         Vestido talar: carácter sacerdotal (Ex. 28, 4; Lev. 8- 13)
         Ceñidor de oro: carácter sacerdotal y regio (Ex. 28, 4; 1 marc. 10- 28)
         Cabellos blancos: eternidad (Dan 7, 9)
         Ojos como llamas de fuego: mirada que todo lo penetra, de la que nadie puede huir. Ciencia divina (Ex. 3, 1). El fuego es símbolo de la vida y de la presencia de Dios.
         Píes de bronce: solidez, estabilidad (Ex. 1, 7; Dan. 10- 6)
         Siete estrellas en la mano: poder sobre las siete iglesias. La derecha es la mano de la preferencia y la distinción (Gén. 48, 8-20)
         Espada afilada: la palabra de Dios. Nadie podrá escapar. La espada de dos filos no tiene una parte embotada. Nadie puede sustraerse al doble filo de su hoja.
COMPOSICIÓN DEL LIBRO
Las siete cartas. El capítulo primero nos ofrece una visión introductoria. Sigue una serie de siete mensajes  dirigidos a las iglesias de Asia. Es el mundo en que vive San Juan y a ellas quiere exhortar de manera especial. Por otra parte, si se dirige a las “siete” iglesias, se dirige a todas las iglesias.
En estos mensajes, que abarcan los capítulos segundo y tercero, podemos distinguir las siete partes:
a)         Introducción, que alude a la visión introductoria. (El que tiene en su diestra las siete estrellas. El que pasea en medio de los candeleros. El que tiene la espada de dos filos...)
b)  Una mezcla de alabanzas y reproches. (Conozco tus obras, tus trabajos, tu paciencia... Pero dejaste tu primera caridad)
c)         Invitación a superar las dificultades y a perseverar. (Arrepiéntete, practica las obras primeras, sé fiel hasta la muerte...)
d)         Conclusión, a modo de ramillete espiritual. (Al vencer le daré a comer del árbol de la vida, al vencer no sufrirá daño de la segunda muerte...)
Estos capítulos de género más bien profético, son completamente distintos de los otros siguientes.
En el capítulo cuarto comienza el Apocalipsis propiamente dicho. Después de las anteriores consideraciones, prácticas y concretas, se presenta el gran cuadro mural del cielo. En él aparece Dios rodeado de veinticuatro ancianos, servido por siete espíritus, y cuatro vivientes ante él.
Oiremos al escritor decir:
-Vi a la derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
-Vi un ángel poderoso que pregonaba a grandes voces: ¿quién será digno de abrir el libro y soltar sus sellos? Y nadie podía, ni en el cielo ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro ni verlo. Yo lloraba mucho porque nadie era hallado digno de abrir el libro ni verlo. Pero uno de los ancianos me dijo: «No llores, mira que ha vencido el león de la tribu de Judá, la raíz de David, para abrir el libro y sus siete sellos».
-Vi en medio del trono y de los cuatro vivientes, y en medio de los ancianos, un Cordero, que estaba en píe, como degollado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra.
Vino y tomó de la diestra del que estaba en el trono. Y cuando lo hubo tomado, los cuatro vivientes y los veinticuatros ancianos cayeron delante del Cordero, teniendo cada uno una cítara y copas de oro llenos de perfume, que son las oraciones de los santos. Cantaron un cántico nuevo que decía: «Digno eres de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre has comprado para Dios hombres de todas las tribus, lenguas, pueblo y nación y los hiciste para nuestro Dios reino y sacerdotes, y reinan sobre la tierra. Nos ha llegado el momento de conocer los grandes secretos ocultos en el pequeño libro que, gracias al Cordero, se va a abrir ante nuestros ojos». Vamos a contemplar la historia de la humanidad, en versiones que van agrandándose poco a poco, y en diversas panorámicas que estarán como filmadas cada vez más cerca.
Aunque basado en hechos históricos de sus días, el Apocalipsis tiene un valor más universal. Sus páginas están llenas de hechos que se repiten y se completan, valederos para todos los tiempos. Nos va a revelar el porvenir del mundo y de la Iglesia en cuatro filmes sucesivos. En todos ellos se presenta una lucha entre el ejército del bien y el ejército del mal. El triunfo definitivo lo traerá Cristo.
a)         Primer film-Los siete sellos. Aparecen los cuatro jinetes, que constituyen el ejercito del mal. Púrpura: los demonios de los pueblos orgullosos; Rojo: guerra. Negro: hambre. Verde: peste.
En contraste, aparecen también los ejércitos del bien. Los que han muerto por la palabra de Dios. Claman “justicia”. Se les pide “paciencia” y se les asegura el “triunfo”. Son las tres ideas que se repiten continuamente. Finalmente, el triunfo prometido. Ha llegado el día grande de la ira.
b)         Segundo film-Las siete trompetas.  Aparece el ejército del mal. Satán bajo la figura de astro caído, que tiene la llave del abismo. Su ejército está formado por langostas y escorpiones, que no tienen autorización para matar, sino sólo para atormentar.
c)         Tercer film-Los siete signos.  Comienza una visión encantadora. Una mujer aureolada del sol, la luna baja a sus píes coronada de siete estrellas. Es el antiguo y nuevo Israel. El pueblo escogido de Dios, que se perpetúa en la Iglesia de Cristo. Inmediatamente llega el enorme dragón: Satán y sus ejércitos. La mujer, que está visiblemente protegida por la gran águila, símbolo del poder divino, va a buscar refuerzos. Lo encuentra bajo la forma de dos nuevas bestias. La bestia del Mar y la bestia de la Tierra.
d)         Cuarto film-Las siete copas.  Este último film es el que nos da de una manera precisa los datos sobre el gran combate y el triunfo final. Bajo el nombre de Babilonia se describen detalladamente los grandes pecados de Roma. Esto es el ejército del mal. En el capítulo diecinueve aparece el ejército del bien. El coro glorioso que ya conocemos y que aclama con anticipación a Cristo vencedor. Su triunfo será descrito en dos combates:
Primer combate: Cristo aparece sobre un caballo color “victoria”. Es llamado “Verbo de Dios”. Y él sólo conoce este nombre, lo cual quiere decir que él sólo sabe todo lo concerniente a Dios.
Segundo combate: He aquí consagrada la victoria definitiva de Cristo por los siglos de los siglos. En lo sucesivo no hay cielo ni hay tierra, al menos en este mundo... Se nos presenta ahora el otro mundo. Un nuevo cielo y una nueva tierra. Enmarcado en este mundo aparece la “esposa celeste”. Aquí se precisa una idea que se repite a lo largo de toda la Biblia: la alianza de Dios con su Pueblo, de Cristo con su Iglesia, comparada a unos desposorios que llegarán a la felicidad eterna del cielo, en donde la unión del hombre con Dios será plana. 
Punto final. El capítulo último enlaza con las primeras páginas del Génesis. Aparecen los ríos de agua, el árbol de la vida, la abundancia de frutos... Se ha conseguido la victoria definitiva en la lucha que se nos anunció entre la descendencia de la mujer y el espíritu del mal. Por eso, el trono de Dios y del Cordero estarán allí, y sus siervos lo adorarán, y verán su rostro, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara, ni luz de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinará por los siglos de los siglos...
Quienes hayan llegado a este punto de la lectura sin haber profundizado en la simbología del Libro, pensarán sin duda que el demonio no puede oírlo porque es un verdadero rollo, pero no ocurrirá esto con aquellos de vosotros que hayáis llegado a descifrarlo, ya que San Juan nos dejó como legado el siguiente mensaje: «Las claves para vencer a los espíritus del mal son las siguientes: Amar, comprender y compartir. Somos parte de Dios, a cuyo imagen pertenecemos, somos reyes que hemos venido a este mundo para dar testimonio de nuestra filiación divina y luchar contra los espíritus que contaminan (Aparecen los ríos, el árbol de la vida, la abundancia...); que desprecian a los que no son de su misma raza o de su mismo sexo (En lo sucesivo no hay cielo ni hay tierra...); que abusan de los desvalidos (He aquí consagrada la victoria...) y que acumulan riquezas mientras una parte del mundo se muere de hambre (No habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara...)


martes, 17 de julio de 2012

Madrid.España una encomienda templaría, llamada “Caballeros de la Luz”


Madrid.España una encomienda templaría, llamada “Caballeros de la Luz”

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México.Ilustres Fratres S.C.M.O.T.H., del Noroeste.

++ FRATES ROGELIO AMARAL BARRAGÁN Legado Magistrale en Baja California y en el Noroeste de México "Non nobis Domine, non nobis. Sed nomini tuo da gloriam" Comunicado SCMOTH - BC 026 Ilustres Fratres S.C.M.O.T.H., del Noroeste. Campamentos de Tijuana, Baja California y Nogales, Sonora México. PAX VOBISCUM FRATRES Por este medio os invitamos -oficialmente- para que comparezcáis en el sitio ubicado en Calle Juárez No. 2 y Av. Internacional de la ciudad de Nogales, Sonora, el próximo sábado 23 de junio en punto de las 10:00 horas para nuestra reunión de evaluación de los avances en la defensa del Estado Laico y de nuestro calendario de actividades. Como no disponemos de todos los domicilios electrónicos de los Fratres de Nogales, rogamos de la manera más atenta a los Fratres Bañuelos y Jaramillo les extiendan la convocatoria a los restantes. "Non nobis Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam" Legado Magistrale de S. C.M.O.T.H. -1804- O.S.M.T.J. ++ FRATES ROGELIO AMARAL BARRAGÁN